viernes, 24 de junio de 2011

La Evangelización

      Luego de algunos años del Concilio Vaticano II que fue convocado para remozar la figura de la Iglesia que, aunque siempre joven, necesita escrutar los signos de los tiempos para adaptar a ellos el molde de su mensaje (Cfr. Humanae Salutis 6), da derecho a preguntarse si la Iglesia ha asumido en su labor evangelizadora esa actitud de Juan XXIII y el Concilio le auguraban. Y es esto lo que, con edificante sinceridad se pregunto el Papa Pablo VI, y con el Sínodo de los Obispos, y al mismo tiempo nos invita a todos a interrogarnos:

        - ¿Que eficacia tiene en nuestros días la energía escondida en la Buena Nueva, capaz de sacudir profundamente la conciencia del hombre?

        - ¿Hasta dónde y cómo esta fuerza evangélica puede transformar verdaderamente al hombre de hoy?

        -¿Con qué métodos hay que proclamar el Evangelio para que su poder sea eficaz?

        Estas preguntas desarrollan, en el fondo, la cuestión fundamental que la Iglesia se propone hoy día y que podría enunciarse así: después del Concilio y gracias al Concilio que ha constituido para ella una hora de Dios en este ciclo de la historia, la Iglesia, ¿es más o menos apta para anunciar el Evangelio y para inserirlo en el corazón del hombre con convicción, libertad de espíritu y eficacia? 

        Es por ello que debemos saber que la Evangelización en nuestros tiempos debe estar orientada para una misión que es de doble signos: de una comunidad que debe ser EVANGELIZADA, es decir, acoger y participar y vivir en la fe, reunirse en el nombre de Jesús  para "buscar juntos el reino, construirlo, vivirlo" y al mismo tiempo EVANGELIZADORA, o sea multiplicadora de este mensaje  que se supone vive quien ha recibido la orden de "ir y proclamar la buena nueva" (Cfr. EN 13)

      Para ser evangelizadora, necesita captar el mensaje, acogerlo, vivirlo, entenderlo. Para ser evangelizadora, además de eso, necesita trasmitirlo en un lenguaje que sea admisible por los destinatarios y acorde, no solamente con el mensaje mismo sino también con las condiciones de espacio y tiempo en que se desenvuelven los que están llamados a vivirlo.

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